• miércoles, 27 de ago de 2025, 6:48 p. m.

Los libros arden mal

  • por Clara Elvira Ospina Garzón

No es fácil quemar libros. Arden mal. Lo dice Polca en Los Libros Arden Mal, un espléndido relato del español Manuel Rivas: "de vez en cuando, al enroscarse una hoja, veía palabras que ardían. Él intentaba penetrar, atraparlas antes de que se hiciesen humo. Ahora se dio cuenta de por qué había tan pocas llamas en aquellas hogueras. El fuego ardía hacia dentro, seguía los surcos de las palabras impresas. Enraizadas en el papel, las palabras pueden ser como el brezo, como la carpaza. Puede llover sobre el libro y las palabras aún dan calor. Y unas tardan más que otras en arder". Esto es solo una advertencia para quienes tienen en mente armar piras de libros. Parece un recuerdo extraño de los años 30 y 40 del siglo pasado en España y Alemania, pero, lamentablemente, estamos más cerca de eso de lo que sospechamos. 

La organización PEN América reporta que, en el último año, en bibliotecas escolares de Estados Unidos se han prohibido más de 7.000 títulos que van desde Cien Años de Soledad y El Amor en los Tiempos del Cólera, del nobel Gabriel García Márquez, hasta La Casa de los Espíritus, de Isabel Allende, pasando por La Naranja Mecánica de Anthony Burgess, Crank de Ellen Hopkins y Los Ojos Más Azules de la también ganadora del Premio Nobel Toni Morrison. El país de la libertad vive su propio oxímoron. 

En el siglo XVI, en 1523, el humanista y filósofo español Juan Luis Vives les recomendaba a padres y esposos que no permitieran que sus mujeres e hijas leyeran libremente, con este "delicado" argumento: "las mujeres no deben seguir su propio juicio dado que tienen tan poco". 

En 1564 se publicó el Index Librorum Prohibitorum, (Índice de Libros Prohibidos) que contenía los libros considerados heréticos, perniciosos para la fe e inmorales.

En otras épocas se ha bloqueado el acceso a El Decameron de Giovanni Bocaccio por su contenido erótico y El Origen de las Especies, de Charles Darwin, por negar al Creador. 

Desde 1989, el régimen iraní lanzó una fatua, orden de ejecución, contra Salman Rushdie por Los Versos Satánicos y el año pasado en India tuvieron que levantar el veto a la circulación de esta novela del escritor indobritánico porque no encontraron en los archivos judiciales el origen de tal prohibición. En 2022, un fanático atacó a puñal a Rushdie durante una conferencia en Nueva York y casi lo mata. Su ojo derecho perdido es testimonio de la infamia del fanatismo y la censura. 

La lucidez del poeta alemán Heinrich Heine lo advirtió en 1832: "Ahí donde se queman libros, se acaba quemando también seres humanos". Porque en el fondo quienes prohíben los libros no quieren prohibir los libros. Quieren prohibir a las personas. Quieren prohibir a los que piensan distinto. Quieren prohibir que haya gente que discrepe.

Y como en Perú nos han prometido que pronto seremos potencia mundial, estamos copiando las "mejores prácticas mundiales", como esta de censurar los libros. 

El fallo de Indecopi 

Esta semana se ha hablado ampliamente del fallo de Indecopi que multa al Colegio Roosevelt y se ha dicho que este organismo, que debería defender a los consumidores, ha prohibido libros que abordan temática homosexual, el abuso de sustancias y el sexo explícito. En lo formal no es así. El fallo multa al colegio porque no informa en el libro de reclamaciones de la biblioteca que quien presenta un reclamo "puede acudir a otras vías de solución de controversias", que reclamar en el libro "no es requisito previo para interponer una denuncia ante Indecopi", y que se debe dar respuesta a la reclamación en el plazo de 15 días. Además, multan al colegio porque el aviso impreso en el libro de reclamaciones está escrito en inglés (en un colegio bilingüe en donde el idioma unificador es el inglés). 

En lo formal, estas fueron las razones de la multa. Pero en el fondo, todo tiene que ver con los libros considerados "inconvenientes". Quien los considera "inconvenientes" es el denunciante Uben Enrique Atoche Kong, presidente de AINCUS, una asociación de consumidores que fue avalada por Indecopi para este proceso, a pesar de que no tiene ninguna relación con el colegio. 

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