En la cuenca del río Nanay, ubicada en la región de Loreto, la expansión de la minería ilegal ha impuesto una crisis social, ambiental y de género. Las mujeres de comunidades nativas se encuentran en situación de vulnerabilidad ante la operación de al menos 41 dragas que extraen oro en la zona, según el informe de la organización Derecho, Ambiente y Recursos Naturales (DAR).
Con poca o ninguna alternativa laboral, muchas madres solteras o jóvenes aceptan trabajos en los campamentos mineros como ayudantes o cocineras, percibiendo pagos precarios, inclusive en oro, y enfrentando propuestas de explotación sexual. En una de esas ofertas se propone hasta tres gramos de oro por noche, equivalente a entre 570 y 690 soles, esto a cambio de "atender a un grupo de hombres".
El estado de abandono institucional agrava la situación: no existen registros oficiales de denuncias en la base de datos del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) para los casos de violencia o explotación en estos sectores, ni tampoco intervenciones articuladas frente a los impactos diferenciados que la actividad minera ilegítima genera en las mujeres.
Además, el estudio revela que la minería ilegal no solo contamina ríos y tierras, sino que socava las oportunidades educativas de las nuevas generaciones: en la zona se reporta una deserción escolar de aproximadamente 70 % en primaria y 80 % en secundaria. Esta realidad, junto a la ausencia de formación técnica o superior cercana, encierra a mujeres y hombres en un ciclo de dependencia hacia la explotación minera.